domingo, 15 de septiembre de 2019

Mexicali: la ciudad que capturó a los whitexicans

Foto: cortesía Omar Perea López
Una cuenta de Twitter puso en boca de todos un nuevo término: los whitexicans. No es una palabra racista ni clasista como algunos quieren hacernos creer. El término trata de caracterizar a todas aquellas personas que, siendo mexicanas, e independientemente de su color de piel o de su clase social, tienen actitudes y comportamientos clasistas y/o racistas, es decir, que son portadores y reproductores de prejuicios sobre todo contra las personas de las clases populares o contra los que no son blancos. 

Los whitexicans son la encarnación del egoísmo puro. Ellos defienden tan intensamente sus privilegios de clase que se hacen insensibles ante la vida de los otros a los que no identifican como sus iguales social y económicamente. Este sector de la sociedad puede incluso consumir la cultura popular o acercarse a los grupos más vulnerables pero nunca por verdadero gusto o solidaridad, lo hacen por condescendencia, por querer aparentar ser personas bondadosas, ahora con esto de las redes sociales virtuales, les ha dado por querer propagar una imagen de “orgullosos mexicanos” porque se ve muy cool en el Instagram.

Al parecer nuestra ciudad está plagada de ese tipo de personas. Desde que el gobierno federal anunció la construcción de un “Súper Albergue” para migrantes han salido por doquier declaraciones nefastas de rechazo a los migrantes y en oposición abierta a la construcción de un albergue ya no en el Michoacán de Ocampo, o por la calle Once, sino por cualquier punto de la ciudad. Temen por su seguridad, dicen. Con esto están expresando indirectamente que tienen un prejuicio y que asocian a este tipo de migración con la delincuencia, aunque en realidad esto no sea así.

Mexicali capturó a muchos whitexicans. Hace poco más de 100 años que se fundó la ciudad, somos jóvenes. Los pioneros de esta tierra no sólo llegaron de otros estados de la república, sino que vinieron de otros lejanos países como Italia, China, Japón, entre otros. Hoy, varios descendientes de estos migrantes salen sin pudor a declarar ante los medios su aversión por la migración. Nada más incoherente.

El lunes 9 de septiembre, un personaje local, pero nacido en la Ciudad de México, habló contra de los migrantes. Su apellido delata que además es descendiente de italianos. Esta persona que ahora se dedica a administrar naves industriales (seguramente la mayoría propiedad de inversionistas extranjeros) dijo que vivir cerca de los migrantes convierte el entorno en un lugar indigno e inseguro. Explicó que como no los conoce, el hecho de que un albergue esté cerca de colonias habitacionales vuelve a esos lugares inseguros. 

Entonces, desde hace años, somos una ciudad indigna. Según INEGI, para el año 2015 había más de 40 mil personas que tenían menos de 5 años viviendo en Mexicali, mismas que llegaron de otros estados del país o del extranjero. Es decir, somos una ciudad de migrantes, no sólo por nuestros orígenes, sino que la dinámica de este municipio se desarrolla gracias a los esfuerzos de esa población. 

Yo no creo que este señor le tenga miedo al extranjero. Si fuera así se negaría a arrendarles naves industriales. Yo creo que más bien le tiene fobia a los pobres, es un whitexican. Pero tengo otra cifra: de acuerdo con CONEVAL, casi el 42% de los mexicanos viven en pobreza, esto significa más de 52 millones de habitantes. Seguramente muchos de ellos laboran en esas naves industriales donde les pagan poco más del mínimo por jornal. Más le vale al señor declarante encerrarse en su casa para sentirse más seguro.

Afortunadamente no somos todos así. Si los cachanillas hubiéramos pensado como él en la década en que llegó a Mexicali, ese personaje no estaría hoy hablando frente a los medios expresando toda su aporofobia y su clasismo sin pena alguna. No es el origen lo que a él le provoca miedo, es la gente pobre lo que le causa aversión.

Desgraciadamente no es el único. Hay algunos comerciantes descendientes de chinos y japoneses* que se han manifestado en contra de la presencia de migrantes en el Centro Histórico. Para ellos mejor que los deporten, para ellos mejor que se los lleven a la colonia Abasolo, a la Progreso y hasta proponen llevarlos a La Salada. Se les olvida que en las paredes de sus negocios muestran con orgullo los orígenes humildes de su familia, que llegaron desde China o Japón huyendo de las pésimas condiciones sociales y económicas de esos países. Mexicali los acogió, no sin problemas, pero ahora forman parte de nuestra cultura.

Lo mejor es gestionar este fenómeno de la mejor manera posible. La migración no se va a terminar a punta de declaraciones clasistas. La economía mundial avanza especializando a ciertas regiones y devastando a otras. Sobrevivir es un instinto humano y la fundación de Mexicali, una ciudad con uno de los climas más hostiles para el ser humano, es el mejor ejemplo.


*Con la alusión a "comerciantes descendientes de ... japoneses" me estoy refiriendo únicamente a un integrante de la familia aludida.


No hay comentarios.: