Muchos fuimos los indignados por la
muerte de un niño a espaldas del fraccionamiento Villa de Alarcón. Una de las
cosas que llamó la atención es la pésima instalación de la cerca del depósito
vehicular donde el menor pereció electrocutado. Pero ojo, eso no fue lo único
que ocasionó este deceso. También debemos voltear a la planeación y la
urbanización desigual tolerada por las autoridades municipales.
Si nos enfocamos en la cerca,
habrá que responsabilizar al propietario del inmueble. A pesar de su
peligrosidad fue situada a ras de suelo, sin ningún señalamiento del peligro a
la vista, sin iluminación y sin personal de seguridad presente; es un inminente
riesgo para la población de la zona. Fue
instalada de manera negligente ya que este tipo de dispositivos de seguridad,
además de hacerse a cierta altura, deben contar con un transformador y un
energizador que generen descargas con tal voltaje que no haga daños
significativos a personas ni animales.
Según el reporte policíaco, al
momento de presentarse en el lugar fue necesario desconectar la corriente
eléctrica porque el cuerpo del niño seguía recibiendo descargas. Esto no sucede
en una instalación profesional, porque quien entra en contacto con las líneas
electrificadas es expelido inmediatamente. Aun así, existen ciertos riesgos. El
propietario tendría que responder civilmente y penalmente por este hecho.
Pero este tipo de instalaciones no
están reguladas aún. No están prohibidas por ningún reglamento o ley de
edificación en la entidad. Es necesario que, a partir de este caso, se
establezcan criterios mínimos de instalación que garanticen que dichos
dispositivos sirvan para inhibir la delincuencia pero que no generen mayores
daños ni a las personas ni a la fauna del lugar. Esto tiene que ser así porque
el derecho de propiedad no puede estar encima de la vida de ninguna persona.
Toda propiedad debe cumplir con una función social de lo contrario estamos
colocando el interés privado por encima del interés general.
También tenemos que cuestionar al
desarrollo urbano desigual. Por ahí leí que el código postal determina nuestra
calidad de vida, mucho hay de cierto en ello. No es lo mismo que un niño juegue
en una colonia ubicada en la llamada Zona Dorada de la ciudad a que lo haga en
Villa de Alarcón. La calidad de vida no sólo depende de los materiales y la
dimensión de la vivienda sino también de su entorno. Un entorno seguro, agradable y accesible, nos
permite movilidad, salud física y mental, así como una pacífica convivencia con
los demás.
Villa de Alarcón es un
fraccionamiento de interés social comercializado por URBI desde el año 2006. Por
lo menos 80 lotes fueron adjudicados al Ayuntamiento quien los enajenó (o los
sigue enajenado) por medio de un Programa de Vivienda Popular a través del
Fideicomiso para el Desarrollo Urbano de Mexicali (FIDUM). Esta zona es casi
una isla en medio de grandes terrenos baldíos. Es posible ver en el horizonte
parcelas ejidales en desuso. Cuenta con un solo acceso. No hay muchos
habitantes, ya que la mayor parte de las viviendas están desocupadas y
vandalizadas.
Caminar por este fraccionamiento
es una odisea. Perros sueltos, banquetas diminutas llenas de maleza. El miedo
no puede faltar: la prensa local ha registrado desde vecinos asaltados,
baleados y casas hechas cenizas por los incendios. Esto último no es de
extrañar, todos los hidrantes que me tocó ver estaban visiblemente fuera de
servicio.
Curiosamente sus áreas verdes no
son feas, podrían estar mejor. Están bien arboladas, tienen juegos que, aunque
algunos están en malas condiciones, pueden ser fácilmente reparados. Tienen
algunos kioscos para convivios y una cancha de futbol, eso sí, de pura tierra,
como suelen ser esos espacios en las colonias populares. Existe otra área verde
totalmente sin utilizar, cuya abundante vegetación evidencia que, a poca
distancia de la superficie, pasa algún tipo de corriente de aguas subterráneas,
seguramente por su cercanía a la zona rural, o vaya usted a saber por qué.
No es casualidad que este
fraccionamiento se encuentre en estas condiciones. Tiene que ver con una visión
capitalista de la ciudad. Una visión que sólo busca ganancias y se olvida de
los ciudadanos que día a día padecen o disfrutan Mexicali, según sea su código
postal.
Galería de Fotos: entorno urbano de Villa de Alarcón