domingo, 8 de marzo de 2020

El efecto Constellation

Foto: Captura de pantalla a Pregonerobaja
Llamo efecto Constellation a la facilidad que tenemos ahora para rechazar cualquier proyecto urbano que implique algún riesgo. Sí, se lo debemos a esa empresa cervecera y a otras experiencias más que han minado el imaginario del cachanilla haciéndonos más desconfiados. Como dicen en mi pueblo: la burra no era arisca… 

La opacidad y los señalamientos de corrupción acompañaron siempre a esa corporación. Primero nos quisieron privatizar el agua, luego vimos a un senador-constructor, después nos enteramos de la infraestructura hidráulica gratuita y de la omisión de requisitos urbanos y ambientales. Todo esto aderezado con un movimiento social urbano que logró apoyos multitudinarios. De aquí en delante, cualquier proyecto que pretenda instalarse en Mexicali deberá hacer uso de otros métodos para lograr la legitimación social.

El domingo se dio a conocer la construcción de una Terminal de Almacenamiento y Reparto de Hidrocarburos en el ejido Puebla. Una planta como esta implica cierto riesgo socioambiental, cierta probabilidad de que se genere algún accidente. Sin embargo, esos efectos los percibimos de diferente manera que no necesariamente son congruentes con el riesgo real. Los ciudadanos podemos atenuar la percepción del riesgo o amplificarla. Esto dependerá de dos factores: la exposición que hallamos experimentado del riesgo en el pasado (directa) o el conocimiento que tengamos del mismo (indirecta).

Es verdad que Mexicali ha experimentado accidentes socioambientales. Hagamos memoria: la varilla radioactiva, la contaminación de suelo generada por la empresa Química Orgánica, y los accidentes de la planta de Pemex que estaba en Centro Cívico. Pero también tenemos conocimiento de este tipo de riesgo a través de los medios. Por ejemplo, Luis Arellano, el autor de esta nota la tituló “Construyen bomba de tiempo, almacenarán 200 mil barriles de gasolina en el Ejido Puebla”. No podemos negar que esto le agregó mucho drama a la noticia. Quizá por mercadotecnia o quizá porque es el reflejo de un temor genuino del autor de la nota puesto que como cachanilla también desconfía, como nosotros, del gobierno y de los empresarios.

Pero dicen los teóricos de la comunicación, que los medios no nos dicen qué pensar, sino sobre qué pensar. Es decir, por mucho que el encabezado pueda orientar nuestro juicio, tiene sus limitaciones. Es aquí cuando el contexto puede influir. Ese es precisamente lo que yo llamo Efecto Constellation: todo está bajo sospecha de corrupción. Llegamos a esto porque tanto el gobierno como los empresarios hacen todo en lo oscurito. De la noche a la mañana nos amanece una nueva privatización, un megaproyecto, una tranza en Mexicali. Es como si no existiéramos.

Este proyecto de la Terminal de Almacenamiento no es la excepción. El cambio de uso de suelo se aprobó en el Cabildo. El acta de la sesión da cuenta de que algunos regidores fungieron como abogados de la empresa. El actual Director de Administración Urbana y el que fuera antes director del Instituto Municipal de Planeación fueron exhibidos como agoreros de la obra. Sólo dos regidoras plantearon dudas, y una de ellas, Virginia Noriega dio su voto en contra. Ella argumentaba que no eran expuestos los efectos en la salud que traería esta Terminal. Nadie le hizo caso e incluso la “corrigieron”: ese era tema urbano, no de salud (como si lo urbano no impactara en la salud pública). 

Se asomó un poco la corrupción. A cierto regidor de extracción priísta se le “chispoteó” y dijo “estos almacenes (…) como otros ya están empezando a pedir apoyos” ¿Quiso decir que empresarios cabilderos están tocando a sus puertas? En lo que son peras o son manzanas, nadie se comunica con la sociedad, que es la principal afectada para bien o para mal. Ya no son tiempos de que empresas y gobierno hagan lo que se les da la gana, sino quieren el rechazo social, empresarios y gobierno deben comunicar los proyectos urbanos desde su gestación hasta su puesta en marcha. Deben conducirse claro está con honestidad, les sale más barato y más sencillo transparentar sus operacio
nes que después andar gastando su dinero en publicidad inocua como aquella que dice: No sólo hacemos cheve (…también hacemos tranzas).

LECTURA RECOMENDADA: Parte de esta columna se basa en el libro “Ciudad y Responsabilidad”; Judith Ley y Fabiola Denigri, UABC. Libro electrónico gratuito: 

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