martes, 24 de marzo de 2020

Un parque limpio de pobres

Ilustración: cortesía de Omar Perea
El Parque del Mariachi amaneció sin pobres. De un día para otro, de la noche a la mañana, las personas en situación de calle desaparecieron. Este fenómeno social —presente en el Centro Histórico durante décadas— terminó el pasado 23 de noviembre, cuando las autoridades municipales decidieron “limpiar” el parque para poder realizar el festejo del día del músico. ¡Cómo no se nos ocurrió antes! Escobas, agua, algo de jabón y adiós pobreza.

Desde su celular la alcaldesa nos transmitió lo orgullosa que estaba de su personal de Limpia (Ver Video). A ellos les decía que, ese día, el parque… “nada que ver con ese hogar de personas en situación de calle…que hasta jeringas llegamos a ver”.  La verdad es que a quien le tiene que agradecer no es al personal Servicios Públicos, sino a la Policía Municipal. Aunque algunos así lo quisieran, las escobas no barren a las personas, los cuerpos policiacos sí. El Parque del Mariachi lucía bonito, limpio, seguramente amaneció oliendo a jabón, a fabuloso y a represión.


Pensemos ¿qué es más importante: un parque o las personas? Si el interés del gobierno municipal fuera su gente, hubiéramos visto una transmisión en vivo NO desde el Parque del Mariachi, sino desde los centros de rehabilitación y los albergues a los que supuestamente enviaron a casi todas las personas en situación de calle que usaban ese lugar. La preocupación no se hubiera centrado en mostrar la limpieza de un área verde sino el mejoramiento de las condiciones de vida de las personas que fueron desplazadas (vaya usted a saber si en contra o con su voluntad). Y ¿Cómo harán los albergues para atender a tanta gente ahora que el gobierno federal disminuyó su apoyo? ¿Será que el gobierno municipal tiene contemplado costear su operación? No creo.


Para el gobierno municipal lo importante es el espacio físico, no su gente. Y eso no lo digo yo, lo dijo en el mismo video un servidor público adscrito al Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMACUM): lo que se quiere es “cambiar el perfil de visitantes”. El discurso que se está usando para intervenir el Centro Histórico se plantea desde una perspectiva de apoyo a la economía local pero no hay desarrollo que valga si no se atiende de raíz el sufrimiento de los que menos tienen. 


No es la primera vez que ejecutan este tipo de desplazamientos. Hace unos años, un grupo de profesionistas locales (arquitectos, artistas, entre otros), apoyados del IMACUM de Gustavo Sánchez  y de algunos comerciantes,  cometieron el mismo “error”. En su afán de hacer Algo Por el Centro Histórico y de “crear espacios públicos” intervinieron ese mismo lugar. En ese entonces la policía municipal desplazó del sitio a toda aquella persona que luciera como indigente, como usuario de drogas, o que padeciera alguna enfermedad mental. Se buscaba con ello reservar el parque para el disfrute  de “la gente bien”. 


Es verdad, en el Centro hay muchos signos de pobreza. Pero el gobierno municipal también tiene compromiso con los pobres. El gobierno no sólo se debe a los empresarios de cerveza artesanal o comercial, no sólo se debe a los organizadores de conciertos o al sector restaurantero; el compromiso también es con los que menos tienen. La vulnerabilidad de estos grupos tiene que ser abordada desde una perspectiva humanitaria no como una política de higienismo social.


El reto ahora es pensar en un proyecto urbano sustentable. De no cuidarse los impactos sociales del que pareciera ser el proyecto más importante de esta administración está en riesgo de convertirse también en el proyecto más perverso.

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