viernes, 12 de octubre de 2018

La calle es de todos: un médico en la defensa del espacio público

Hace varias semanas me tocó asistir a la presentación del libro "La Calle es de Todos". Siempre me agrada la idea de saber que se sigue generando material sobre este tema que, como algunos saben, tiene mi atención desde hace varios años.

Busqué referencias del libro vía internet, pero en tal búsqueda, omití leer los datos de formación académica del autor. Asumí en ese entonces que era arquitecto, porque eso es lo más común; es bien sabido que los arquitectos son quienes atienden el diseño y organización de la ciudad. Es la profesión que posee la mayoría de los funcionarios que laboran dentro de los institutos de planeación y en las dependencias encargadas de la administración y desarrollo urbano.

Para mi sorpresa, el autor no es arquitecto, si no médico. Y ese hecho, lejos de que me parezca extraño o decepcionante —por qué finalmente… ¿Qué hace un profesional de la salud escribiendo sobre la calle, sobre el espacio público?— para mí es un indicador de que Francisco Aguirre Riveros está consciente de lo que realmente es una calle y el espacio público en general.

Una calle no es un espacio relleno de asfalto y flanqueado de guarniciones de concreto, si le va bien; no es lugar por donde pasan, los automóviles, los taxis y los camiones; no es sólo el sitio donde los gobernantes en turno deciden colocar monumentos y autorizan sus nombres en honor a "x" o "y" personaje honorable o no; la calle es mucho más que eso, y el libro enuncia la importancia de estos espacios públicos y denuncia el acceso desigual que tenemos a estos recursos urbanos.

Se nota mucho su perspectiva de médico, eso sí, cuando de entrada inicia su obra con lo que yo creo fue su primer y principal preocupación: la vida y la salud, de los ciudadanos. El primer apartado lo tituló “La privatización del espacio público conduce a la muerte” y habla precisamente sobre el diseño de la infraestructura vial está obligándonos a desplazarnos por espacios de mucho riesgo para nuestra salud y para nuestra vida.

Pero el autor logra ir más allá de sus preocupaciones como médico y en el libro nos subraya, entre otras cosas, la importancia del espacio público para la interacción social. Las calles, al privilegiar su uso casi exclusivo para el automóvil, fragmentan a la sociedad.

“Una de las más importantes contribuciones a la dependencia al automóvil ha sido la edificación de las ciudades en pro de la circulación de millones de vehículos motorizados, favoreciendo una configuración espacial inconexa, separada, apartada. Los desplazamientos motorizados se han convertido en una necesidad en aumento, así como la “necesidad” de mayor velocidad en ellos. Las relaciones sociales han quedado así muy limitadas, pues gran parte del espacio público deja de ser un punto de encuentro, socialización o interacción humana. Por el contrario, esta tendencia ha generado sólo competencia insana y desigualdad"

La fragmentación social a la que se refiere el autor, es la que nos separa unos de los otros, la que nos dificulta movilizarnos por algo en común. No sólo nos fragmenta como sociedad sino que también nos está fragmentando como personas, es decir, hacia nuestro interior. Ya no tenemos la capacidad de reflexionar, de contemplar, de interactuar con nuestros propios pensamientos y con nuestro entorno. 
Esta dinámica nos está volviendo unas máquinas, sobrecargadas, sobre estimuladas que no se pueden detener.

El autor, a lo largo de todo el libro, nos invita una y otra vez a que defendamos la calle como nuestro espacio, y creo que su lectura será especialmente útil y fructífera para todos aquellos activistas que probablemente creen que éste no es su tema, que es sólo una cosa de diseño urbano. Leyendo este libro se van a dar cuenta que no, que esto de defender el espacio público contra su privatización, es otra forma de despojo a los ciudadanos, es la consecuencia de políticas públicas que todo lo mercantilizan.

Fotografía: De la red social del autor