martes, 24 de marzo de 2020

Que empiecen los juegos del hambre. Confrontan a taxistas contra los servicios de Uber en Baja California

Fotografía: Congreso del Estado de Baja Calfornia

La actual legislatura quiere ver sangre correr. Parece no importarles que la violencia sea el escenario cotidiano en nuestro país: cárteles en Sinaloa, feminicidios, violencia creciente contra menores de edad, contra migrantes o contra jóvenes. Hace unos días se propuso una reforma que pretendía allanar el camino para desatar enfrentamientos directos entre el gremio de taxistas contra los conductores de transporte privado (a modo de servicio público) que se ofrecen a través de aplicaciones tales como UBER, Didi o Cabify. Aparentemente se buscaba contrapuntear a los trabajadores del volante, usarlos como gallos de pelea, enfrentar a trabajadores contra trabajadores.

La fallida modificación a la constitución local pretendía criminalizar este tipo de servicios de transporte. El dictamen número 8 fue aprobado en la parte donde incorpora como un derecho humano la movilidad urbana segura, además regresa el control total del sistema de transporte dentro del área urbana al gobierno estatal (actualmente a manos de los gobiernos municipales);. Esta parte sí fue plenamente aceptada.

Sin embargo, la propuesta original planteaba la posibilidad de que en las leyes secundarias se estableciera como delito los servicios de transporte a través de plataformas digitales. Aunque no fue ni siquiera votado, quedó como “recomendación
” para el diputado inicialista, que esa parte sea objeto de planteamiento, estudio y análisis en un instrumento diverso pues “la naturaleza jurídica de su construcción gramatical no es de orden constitucional”. Es decir, podrán plantearlo en leyes secundarias (Ley de Transporte o incluso el Código Penal). Aquí el artículo propuesto y denegado:

“Art. 69 (aprobado). - En relación con los delitos del transporte público en sus diferentes modalidades, se seguirán de oficio aquellos cometidos por personas que presten el servicio sin ser permisionarios o concesionarios autorizados, por lo que cualquier persona podrá poner a disposición del Ministerio Público a la persona que sea sorprendida realizando dicha actividad sin las autorizaciones correspondientes.
Por lo que hace al vehículo utilizado en la comisión del ilícito, es decir la prestación de servicio público sin concesión o permiso, será puesto a disposición de la oficina más cercana de la entidad de movilidad con el carácter de asegurado, conjuntamente con los sistemas e instrumentos que fueran utilizados para transportar personas (…)”

Es de una miopía garrafal creer que esta medida resolverá el problema de la prestación de este tipo de servicios.  Se está dejando de lado que, si Uber, Didi y las otras aplicaciones tienen éxito no es sólo porque en la mayoría de los casos brindan mejor servicio que los taxis tradicionales, sino porque la economía del país no ha podido generar las suficientes fuentes de empleo para estas personas que no tienen cabida en la economía formal. También están aquellos que, teniendo algún empleo, éste no genera los suficientes ingresos para satisfacer sus necesidades más básicas.

Suponiendo sin conceder que esta propuesta resuelva como varita mágica la situación de los servicios de transporte público a través de plataformas digitales, surge la pregunta ¿qué harán con esos MILES de choferes que, no sólo se quedarán sin empleo, sino que muchos se verán sujetos a un proceso penal o estarán en prisión?

No sólo es un problema de movilidad, es un problema de pobreza. En otros países de Europa y también en Estados Unidos, los legisladores están debatiendo sobre reconocer los derechos laborales de los conductores de estas plataformas. ¿Cómo explicar que, en México, quieran incrementar sus obligaciones fiscales -aumentarles los impuestos- o de plano, como aquí, en Baja California aprueben su criminalización? Esto sólo puede ser posible porque en nuestro país el empleo es escaso y precario. La proliferación de conductores Uber y Didi no es un problema, sino la consecuencia de una economía débil que no protege al trabajador y donde se pierden miles de empleos mes con mes.

¿A quién se le ocurrió poner a pelear a conductores informales con el gremio taxista? Si la ley, como lo dice el dictamen permite que “cualquiera “ponga a disposición del Ministerio Público a aquellos choferes que presten el servicio sin permiso o concesión ¿no pensaron que esos “cualquiera” puede ser los integrantes del gremio taxista? ¿no les dijeron que ya se han dado trifulcas entre esos dos bandos? ¿Creen que despojarlos de su automóvil e incluso celulares ayudará a generar la paz social que tanto dicen buscar? Evidentemente no, nadie pensó en eso.

Es muy extraña esa reforma. Todos los Ayuntamientos soltaron el poder y el presupuesto que implica manejar los sistemas municipales de transporte, nadie dijo nada sobre la ausencia del ciclista en la priorización de los usuarios de la infraestructura vial, y nadie dijo nada sobre la potencial violencia que puede generar esta reforma. Tampoco nadie ha dicho nada sobre la bonita foto que se exhibe en la página del Congreso del Estado donde posa el diputado Víctor Morán y el gremio de taxistas de la localidad.

De llevarse ese planteamiento a las leyes secundarias entonces sí, que empiecen los juegos del hambre.

P.D. ¿Alguien conoce la Red de Movilidad Urbana de Baja California? Dicen los diputados que es una plataforma electrónica donde se publicó esta iniciativa y en la que incluso se discutió con diversos sectores de la sociedad especialistas e interesados en el tema ¿Será?


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