Cada vez hay más personas que le
tienen miedo a la ciudad. Temen a su tráfico, a su imagen, sus andantes, sus
residentes. Cada vez son más los que buscan un refugio en espacios privados,
fuera del ruido, de la vista de los demás, lejos del murmullo que surge del ir
y venir de personas, animales, autos y todo lo que allá afuera se mueve e
intenta sobrevivir. Es la agorafobia urbana, un padecimiento nuevo, una
enfermedad de clase según lo dijo Jordi Borja, urbanista español. Lo de hoy es
escapar de la intensidad de las relaciones sociales, mismas que se magnifican
en estos ambientes artificiales que han sido construidos por el hombre en busca
una supuesta civilización.
Cuando una ciudad no nos protege, cuando le tememos, nos aislamos de los otros, nos apartamos de la comunidad. Si el tráfico no respeta al peatón o al ciclista, si nos da miedo encontrarnos con el migrante, el indigente, el que se viste diferente a nosotros, es comprensible que luego se lancen risillas, burlas y hasta insultos contra aquellos que sí se atreven a experimentar los espacios urbanos.
Cuando una ciudad no nos protege, cuando le tememos, nos aislamos de los otros, nos apartamos de la comunidad. Si el tráfico no respeta al peatón o al ciclista, si nos da miedo encontrarnos con el migrante, el indigente, el que se viste diferente a nosotros, es comprensible que luego se lancen risillas, burlas y hasta insultos contra aquellos que sí se atreven a experimentar los espacios urbanos.
Hace unos cuantos días se lanzó
al mercado una aplicación que está obligando a muchos a recorrer la urbe en
busca de personajes virtuales. Me refiero a Pokémon Go, la nueva app de Nintendo.
A pocos días de su lanzamiento, esta aplicación ha logrado posicionarse como un
fenómeno mundial (con todo lo que ello implica $), pese a que está disponible
sólo en un puñado de países.
Para los que no saben, Pokémon Go
inició como un videojuego inició hace más de 20 años. La trama se construye alrededor
de unos personajes muy particulares a los que se puede entrenar para después
lanzarlos a pelear batallas entre ellos. La nueva aplicación te permite “cazar”
estos personajes en diversos espacios urbanos (privados, públicos y
semipúblicos) y que luego los puedas entrenar para futuras batallas, todo esto
con ayuda de tu teléfono celular.
Alrededor del juego se han
lanzado variascríticas, que cuestionan la seguridad de los datos personales, la ociosidad de
los jugadores, la simplicidad del juego, y en algunas ocasiones se advierte
sobre el riesgo que asumen quiénes se lanzan a la calle buscando estos
personajes y otros elementos. Curiosamente esta característica, la de obligar
al jugador a recorrer las calles, a caminar kilómetros para obtener un
suplemento de cortesía, también ha sido muy aplaudida. Yo soy de estas últimas.
Me agrada que miles de personas empiezan
a reunirse en lugares públicos e incluso, ya se han hecho convocatorias por
parte de usuarios, comerciantes y empresarios para reunirse en espacios
abiertos con la finalidad de cazar a estos personajes (Mexicali no ha sido la excepción). Estas son oportunidades para reconciliarnos con la ciudad, conocer a los otros,
experimentar su lado bueno y su lado malo.
¡Qué más da! Que salgan y que hagan lo que muchos ya no quieren hacer: vivir la ciudad. Cierto, lo hacen de manera limitada, con sus ojos puestos en el celular, pero por algo se empieza.
¡Qué más da! Que salgan y que hagan lo que muchos ya no quieren hacer: vivir la ciudad. Cierto, lo hacen de manera limitada, con sus ojos puestos en el celular, pero por algo se empieza.
Nota: Una pokéstop o sitio
pokémon es comúnmente un espacio público o semipúblico edificado que sirve en
el juego como un lugar donde los jugadores pueden obtener elementos útiles para
avanzar en el juego.
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