Siempre he creído que el espacio
público (calles, plazas, banquetas, etcétera), es un lugar espejo. En esos sitios
es posible vernos reflejados como sociedad. Todo lo que somos, lo que no somos
y lo que aspiramos ser se proyecta en esos lugares. ¿Y qué somos? Hoy me enfocaré sobre un tema, somos los
inconformes, se nota.
Se notó ayer cuando muchos
mexicalenses nos dimos cita a las 10 de la mañana en la explanada cívica, donde
se llevó a cabo un mitin de información y protesta por la violencia impuesta
por el Estado contra maestros y habitantes de Nochixtlán, Oaxaca. Me unté de
bloqueador, me puse lentes de sol, camiseta blanca manga larga y sombrero, pasé
por una amiga y le dije: ─Nos vamos a bañar en sudor. ─No le hace ─, me
contestó, ─allá están en bañados en sangre. Seguimos nuestro rumbo.
Se notaba que, los que ahí nos
reunimos, estábamos inconformes con el uso de la fuerza pública contra nuestros
conciudadanos. A pesar del calor extremo que se sentía, y que no había casi
ninguna sombra, que los oradores eran
muchos y algunos no limitaban su tiempo, que era un día laborable, con todo y eso, estuvimos ahí.
Caminando, escuchando, viendo y
reconociendo, me di cuenta, noté, que el tema de Oaxaca no es el único que
invita a la inconformidad. Ya están acumulados los sinsabores y se nota. La
plática interpersonal en ese sitio oscilaba entre las carencias educativas,
laborales, en el sector salud, la inseguridad, los jornaleros de San Quintín… la
lista era larga. Prevaleció, eso sí, la necesidad de solidarizarnos ahora con
los maestros.
En esa explanada, construida en
la década de los setenta, nos reunimos para hacernos visibles, para
encontrarnos con el otro, para ejercer la ciudadanía, nuestros derechos
políticos. Hicimos del espacio público un espacio de ciudadanías, así
conscientes de todas las diferencias que nos separan y de lo mucho que nos une.
¿Y qué nos une?
Noté que nos une el creer que no estamos de acuerdo en el uso
de la violencia por parte del Estado, no contra los maestros, que queremos un
mejor gobierno, mejores condiciones laborales para todos, mejor educación. Noté
que una reforma, por muy publicitada que esté, no es suficiente para cambiar la
realidad. Noté que una ley no se impone con sangre ¿Ustedes notaron algo en las
calles de la ciudad?
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