Fotografía: Flor Mora |
Ya está sacando el cobre Jaime Bonilla.
Lo que no dijo antes durante la campaña electoral está haciéndolo público hoy, cuando
ya no hay para donde hacerse. En un boletín de prensa, el gobernador electo
llamó “vagos y viciosos” a los usuarios del Centro Histórico de Mexicali. A los
que menos peor les fue, fue a quienes nombró como “personas con alguna
enfermedad psiquiátrica” (sic). Qué desatino, qué ignorancia y qué
insensibilidad.
Con esto se perfila lo que será
el mentado Programa de Regeneración del Centro Histórico de Mexicali. En dicho
plan, seguramente se querrá limpiar la zona de migrantes, personas en situación
de calle, enfermos mentales y usuarios de alguna droga. En el argot urbanístico
se le conoce como gentrificación.
La gentrificación es una
reapropiación de sectores urbanos relativamente marginados o en declive, que
implica el aumento de precio de la propiedad raíz aumentando también los costos
de renta en la zona. Este fenómeno transforma
el espacio de una determinada área urbana y trae como consecuencia el
desplazamiento de su población habitual, que por lo regular es de bajos
ingresos. Es decir, es una auténtica limpieza social de residentes y sus
tradiciones impactando además las dinámicas de comercio.
Se nota que el futuro gobernante
ignora la realidad de nuestra ciudad y de nuestro país. Lo que para Bonilla es
una mera vagancia, son en realidad miles de migrantes que han padecido los
tratos más tortuosos en la ruta migratoria México-Estados Unidos; o que han
sido deportados por el país vecino. También afecta a las personas en situación
de calle, que, por carecer de una vivienda digna, usan los espacios públicos
para descansar y para obtener algún ingreso desde el sector informal. Me parece
que Bonilla no sabe que tan sólo en junio de este año se perdieron en México
más de 14 mil empleos formales.
El futuro gobernador llama
viciosos a lo que en realidad es un problema de salud pública. Seguramente no
conoce que Baja California es la tercera entidad del país con los porcentajesmás altos de prevalencia de consumo de estas sustancias rebasada sólo por
Jalisco y Quintana Roo. Quizá ignora que su responsabilidad, una vez que asuma
el cargo público para el que fue electo, será también la de atender este
importante fenómeno social y deberá hacerlo en apego a los derechos humanos.
Boletín oficial del gobernador electo de Baja California, Jaime Bonilla |
La limpieza social que
implícitamente adelanta en ese boletín tiene como objetivo beneficiar a unos
cuantos. Ya algunos comerciantes locales, empresarios del sector inmobiliario y
consultores turísticos se empiezan a frotar las manos por los proyectos que
vendrán a darles mayores plusvalías a sus propiedades; y más de uno por ahí
está acariciando la futura intervención como un medio para elevar su “estatus
social”. Como buitres buscarán beneficiarse, aunque esto sea a costa de
nuestros impuestos y lo que es peor, demeritando la de por sí baja calidad de
vida de los más vulnerables. No faltará aquel que proponga reubicar los
albergues de migrantes y prohibir las donaciones de agua, alimento y vestido en
el espacio público. Espero que no los escuchen.
Pero quizá el más beneficiado con
la futura gentrificación sea Kiko Vega. El todavía gobernador de Baja
California ha impulsado por lo menos desde el año 2015 el famoso China Town. No
dudo que este renovado ímpetu por “regenerar” la Zona Centro sea únicamente el
pretexto para darle un bonito marco urbano a ese proyecto que se ubicará entre
el Centro Histórico y Pueblo Nuevo. Al China Town se le invertirán por lo menos120 millones de dólares y tiene considerado integrar por lo menos 3,500 metros
cuadrados para hoteles y 1000 metros cuadrados para un casino. Entre la
adicción a las drogas y la adicción al juego (ludopatía), nuestros políticos
prefieren ésta última, pues es la que les deja mayores ganancias y se ve más
“nice”.
Quiero dejarlo muy claro:
regeneración urbana que excluye o que segrega no es regeneración es
gentrificación. Todo proyecto que pretenda renovar un área urbana deberá
integrar a su población habitual y a toda costa evitará estigmatizarla.
No quisiera omitir en esta
columna el hacer un llamado a todos aquellos estudiosos y activistas en temas
de salud mental, pobreza y marginación social, adicciones, derechos humanos,
migración, urbanistas con sentido de justicia social, a los cuerpos académicos de
las universidades públicas y privadas, a los colegios de profesionistas y a
todos aquellos que deseen transformar NUESTRO CENTRO HISTÓRICO, pero con la
condición de respetar los derechos de los otros a que se dirijan al futuro
gobernador y la presidenta municipal y le hagan ver el error en el que pueden
caer. Que sepan que, si invierten nuestros impuestos en esa pretendida zona
turística, también dedique un presupuesto igual de relevante para resolver, de
la mejor manera, los problemas sociales que afectan a esa zona de la ciudad.
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