Foto: Cortesía Cristian Torres |
Las rutas de migración que atraviesan nuestro país implican peligros gravísimos para quienes se ven en la necesidad de recorrerlas. En 2017, el gobierno de Estados Unidos reportó un total de 341,084 detenciones. En ese mismo año murieron tan solo en la frontera norte de México un total de 412 personas. Si bien es cierto que la vida es el valor más preciado a resguardar, también hay que pensar que quienes hacen esta travesía, son objeto de robos, secuestros, torturas, maltrato y discriminación.
Recientemente se presentó una
tesis doctoral que demuestra las razones por las que esta ruta se vuelve tan
arriesgada. La investigación retoma el concepto de biopoder para argumentar que
es el Estado moderno quien administra la vida de las personas, a esta capacidad
se le llama biopoder. Dicho instrumento es esencial en el capitalismo
global, ya que valora a la a las personas (población) según sus posibilidades
de generar ganancia. Es decir, gestiona la vida como recurso económico que
generan lucro. Pero así como se valora
la productividad, los individuos que no aportan representan cargas que pueden
ser eliminadas. Es decir, también se administra la muerte. Las políticas
migratorias en México se mueven bajo esa
lógica, quienes recorren nuestro país en busca del sueño americano no son
rentables para el sistema, son seres desechables. Su vida, su sufrimiento y su
muerte, son ignorados por el Estado en general.
Sin embargo, no todo son malas noticias. Desde “nuestra trinchera” podemos ejercer actos de resistencia. A fin de cuentas, nuestra región tiene algo de experiencia en ello. Por ejemplo, en el libro “Los Hijos de Sánchez” que escribió en 1961 el antropólogo Oscar Lewis, pone el botón de muestra. Uno de los entrevistados principales que aparecen en el libro cuenta que tuvo que tocar la puerta en una casa ubicada en San Luis Río Colorado. Ahí pidieron comida a cambio de trabajo puesto que ya no podían continuar, el hambre y las condiciones del camino habían hecho efectos en los débiles cuerpos de los viajeros. Después de mucho tiempo y cuando pensaron que la mujer que los atendió ya no saldría de la vivienda, ésta apareció con una olla de caldo y un altero de tortillas que devoraron en minutos. Este gesto, reconocieron, les salvó la vida y sólo así pudieron seguir su travesía hasta Mexicali. Esa mujer no pidió nada a cambio de su ayuda, era una persona de buen corazón.
Las personas de buen corazón según la investigación mencionada, son aquellas que brindan ayuda por que sí. Apoyan sin cuestionar la nacionalidad, la religión, la raza: auxilian al “cualsea”. Las personas de buen corazón no tienen obligación ni compromiso con ninguna organización civil, ni con alguna iglesia o gobierno. Lo hacen por que respetan la vida humana. Los actos de buen corazón son una verdadera resistencia al biopoder.
Sin embargo, el documento aclara
que, aunque los actos de buen corazón,
en muchos casos, representan una opción para conservar la vida, resultan
insuficientes. Entre las conclusiones que arroja la tesis, se aboga por la
implementación de políticas públicas solidarias que entiendan al fenómeno
migratorio como la consecuencia de una injusticia estructural. Es decir, que
conciba a la población migrante como grupos vulnerables cuya fragilidad es
creada por el actual sistema social, político y económico mundial. Que
entiendan que es necesario institucionalizar políticas públicas para revertir
este proceso, sin importar particularidades de sus beneficiarios tales como la
nacionalidad, raza o religión.
No es ningún secreto, en México
se discrimina, se maltrata, se roba, se secuestra, se violenta, se mata al
migrante. Ahora que Andrés Manuel López Obrador ha dicho que los ciudadanos
debemos ser “personas de buen corazón” (ver punto 1 dentro de la Cartilla Moral) entonces
será necesario también contar con un “gobierno de buen corazón”. Por ello las
políticas migratorias en México deben inclinarse por hacer el bien al
“cualsea”. Se debe evitar el sufrimiento, el acoso y la violencia contra
nuestros hermanos migrantes. Un país de
ciudadanos de buen corazón no puede tener un gobierno malévolo.
*Parte de esta columna retoma el
contenido de la tesis doctoral “Sobreviviendo a la ruta: el ejercicio del
biopoder en el control de migrantes centroamericanos” presentada recientemente
por el Dr. Julián Rengifo López, egresado del Instituto de Investigaciones
Culturales de la Universidad Autónoma de Baja California.
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