martes, 16 de julio de 2019

El buen corazón como resistencia al biopoder

Foto: Cortesía Cristian Torres
Las rutas de migración que atraviesan nuestro país implican peligros gravísimos para quienes se ven en la necesidad de recorrerlas. En 2017, el gobierno de Estados Unidos reportó un total de 341,084 detenciones. En ese mismo año murieron tan solo en la frontera norte de México un total de 412 personas. Si bien es cierto que la vida es el valor más preciado a resguardar, también hay que pensar que quienes hacen esta travesía, son objeto de robos, secuestros, torturas, maltrato y discriminación.

Recientemente se presentó una tesis doctoral que demuestra las razones por las que esta ruta se vuelve tan arriesgada. La investigación retoma el concepto de biopoder para argumentar que es el Estado moderno quien administra la vida de las personas, a esta capacidad se le llama biopoder. Dicho   instrumento es esencial en el capitalismo global, ya que valora a la a las personas (población) según sus posibilidades de generar ganancia. Es decir, gestiona la vida como recurso económico que generan lucro.  Pero así como se valora la productividad, los individuos que no aportan representan cargas que pueden ser eliminadas. Es decir, también se administra la muerte. Las políticas migratorias en México  se mueven bajo esa lógica, quienes recorren nuestro país en busca del sueño americano no son rentables para el sistema, son seres desechables. Su vida, su sufrimiento y su muerte, son ignorados por el Estado en general.

Sin embargo, no todo son malas noticias. Desde “nuestra trinchera” podemos ejercer actos de resistencia. A fin de cuentas, nuestra región tiene algo de experiencia en ello. Por ejemplo, en el libro “Los Hijos de Sánchez” que escribió en 1961 el antropólogo Oscar Lewis, pone el botón de muestraUno de los entrevistados principales que aparecen en el libro cuenta que tuvo que tocar la puerta en una casa ubicada en San Luis Río Colorado. Ahí pidieron comida a cambio de trabajo puesto que ya no podían continuar, el hambre y las condiciones del camino habían hecho efectos en los débiles cuerpos de los viajeros. Después de mucho tiempo y cuando pensaron que la mujer que los atendió ya no saldría de la vivienda, ésta apareció con una olla de caldo y un altero de tortillas que devoraron en minutos. Este gesto, reconocieron, les salvó la vida y sólo así pudieron seguir su travesía hasta Mexicali. Esa mujer no pidió nada a cambio de su ayuda, era una persona de buen corazón.

Las personas de buen corazón según la investigación mencionada, son aquellas que brindan ayuda por que sí. Apoyan sin cuestionar la nacionalidad, la religión, la raza: auxilian al “cualsea”. Las personas de buen corazón no tienen obligación ni compromiso con ninguna organización civil, ni con alguna iglesia o gobierno. Lo hacen por que respetan la vida humana. Los actos de buen corazón son una verdadera resistencia al biopoder.


Sin embargo, el documento aclara que, aunque los actos de buen corazón, en muchos casos, representan una opción para conservar la vida, resultan insuficientes. Entre las conclusiones que arroja la tesis, se aboga por la implementación de políticas públicas solidarias que entiendan al fenómeno migratorio como la consecuencia de una injusticia estructural. Es decir, que conciba a la población migrante como grupos vulnerables cuya fragilidad es creada por el actual sistema social, político y económico mundial. Que entiendan que es necesario institucionalizar políticas públicas para revertir este proceso, sin importar particularidades de sus beneficiarios tales como la nacionalidad, raza o religión.

No es ningún secreto, en México se discrimina, se maltrata, se roba, se secuestra, se violenta, se mata al migrante. Ahora que Andrés Manuel López Obrador ha dicho que los ciudadanos debemos ser “personas de buen corazón” (ver punto 1 dentro de la Cartilla Moral) entonces será necesario también contar con un “gobierno de buen corazón”. Por ello las políticas migratorias en México deben inclinarse por hacer el bien al “cualsea”. Se debe evitar el sufrimiento, el acoso y la violencia contra nuestros hermanos migrantes. Un país de ciudadanos de buen corazón no puede tener un gobierno malévolo.

*Parte de esta columna retoma el contenido de la tesis doctoral “Sobreviviendo a la ruta: el ejercicio del biopoder en el control de migrantes centroamericanos” presentada recientemente por el Dr. Julián Rengifo López, egresado del Instituto de Investigaciones Culturales de la Universidad Autónoma de Baja California.


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