Fotografía: Pixabay |
Si después de leer o escuchar a un profesionista que intenta
explicar un aspecto de la realidad no lo comprende, lo más probable es que
usted no tenga la culpa. Quienes tuvimos la oportunidad de estudiar una disciplina
estamos obligados a transmitir con claridad ese conocimiento.
Cuando se contrata a una de estas personas preparadas para
ejercer alguna profesión, lo menos que puede recibir es una explicación simple
y llana de ese problema que intenta resolverle. Si ocurre lo contrario puede
ser que esa persona no tenga suficiente práctica, o bien, que carece de
habilidades comunicativas; pero también sucede ─y esto es imperdonable─ que tal
profesionista crea que, entre más complicado es su discurso, más inteligente puede
parecer ante los demás.
Y es que esa mala costumbre de “ponerle demasiada salsa a
sus tacos” la tienen muchos licenciados en derecho con y sin renombre. Desde la
escuela les enseñan a emplear frases en latín y otros hasta usan expresiones
“rimbombantes”, aunque sea para pedir una cerveza en el bar del barrio. ¿Quién
no ha leído una sentencia una, dos o tres veces sin saber qué quiso decir el
señor juez? ¿Quién le pidió a su abogado que se la explicara pero, cuando lo
hizo, le entendió “más o menos”?
Otros científicos sociales no se quedan atrás. Hay
sociólogos que pasaron a la historia porque sus escritos se parecen más a una
bola de estambre hecha nudos (Talcott Parson fue uno de esos). Para justificar su falta de
habilidad al comunicarse, salen con el cuento de que “eran muy abstractos” ¿A
quién le sirve tanta complejidad?
Confieso que, lo que me hizo escribir esta columna de
opinión fue conocer a un joven abogado que es incapaz de expresar claramente
una sola idea. No sigue el hilo de una conversación, usa palabras que evidentemente
no significan lo que él cree que significan, emplea términos complejos innecesariamente
y, a veces, hasta el contenido de lo que dice (haciendo un esfuerzo por
entenderle) es incorrecto. Pero también me di a la tarea de leer un libro
escrito por un doctor en derecho, que en algunos párrafos, redacta como si
quisiera que sus lectores quemáramos el libro.
A lo que voy con todo esto es a que, si usted que está
leyendo tiene una carrera universitaria, por favor comparta claramente el conocimiento
que la escuela le dio a la población en general cuando tengamos la necesidad de
escucharle o leerle. El mundo se lo agradecerá.
De pasadita, les pido un poco de consideración a quienes se
encargan de elaborar los programas académicos en las universidades. El alumnado
debe contar con buenos cursos de redacción y expresión oral. También se debe
dejar de sobrevalorar el lenguaje técnico y reservarlo para contextos meramente
académicos.
Hace más de un año, cuando decidí escribir en mi blog y posteriormente para RadarBC, lo hice con la
idea de compartir algo de lo poco que esta servidora sabe. No es que yo sea muy buena para comunicar, si
alguna vez no me explico bien, disculpe mi falla. De lo que estoy muy segura es
que se debe dejar de lado todo lenguaje excluyente y petulante. También creo
firmemente en que la educación tiene una función social. Por cierto, muchas
gracias por leer esto que semanalmente escribo.
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