Si la sociología es un deporte de combate, como dijo alguna vez Pierre Bourdieu, quizá entonces estamos a punto de perder la pelea. Es verdad que no somos muchos, pero somos suficientes los que estamos preparados para subirnos al cuadrilátero a enfrentar golpe a golpe, round tras round, todos aquellos velos que cubren y hacen incomprensible la realidad social. Sin embargo son pocos los que se suben al ring, muchos han renunciado a mitad de la pelea, otros nunca pudieron o nunca supieron participar en un combate.
Algunos dirán, y estoy de acuerdo
con ello, que estudiar una licenciatura no sólo sirve para obtener un empleo o
ganarse la vida, es también un camino para el desarrollo individual. Pero
tampoco se puede negar que toda profesión tiene una función social y el ideal
es que se ponga en práctica y contribuir con ello, aunque sea un poco, al
desarrollo de la humanidad. Por esa razón, es un desperdicio que, habiendo sido
entrenados para dar jabs, ganchos, bloqueos, tiremos tan fácilmente la toalla y
lo hagamos justo en un momento en que la realidad se ha vuelto tan complicada y
tan problemática que es necesario darle una explicación.
Hace 51 años que la Universidad
Autónoma de Baja California (UABC) ofreció por primera vez en la región la
carrera de Sociología. La decisión la tomó el entonces rector Santos Silva Cota
motivado no tanto porque a la entidad le urgiera contar con este perfil de
profesionistas sino que, por normatividad, no se podía abrir la licenciatura en
derecho. Así, fortuitamente, en el año de 1964 la Facultad de Ciencias Sociales
y Políticas impartió esta licenciatura trasladándose luego, a principios de los
noventa a la Facultad de Ciencias Humanas,
ambas con ubicación en la capital del estado. En el municipio de Ensenada se
ofrece en la Facultad de Ciencias
Administrativas y Sociales a partir de 1998 y en Tijuana en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
desde el 2005.
En total, de la UABC han egresado
635 sociólogos de éstos, al menos 385 cuentan con título y con sus respectivas cédulas para el
ejercicio de la profesión. Por supuesto hay que restar a este número a aquellos
colegas que ya no están presentes en el mundo terrenal y a los que residen en
otra entidad federativa. Pero también hay que sumar a los que han llegado de
alguna de las 14 universidades del país en que se imparte esta profesión y los
pocos que vienen de alguna universidad extranjera.
Estos sociólogos están realizando
labores de investigación, docencia y de administración dentro de la UABC o
fuera de ella, en otras instituciones educativas y de investigación científica,
son analistas en el sector público o trabajan de manera independiente, como
consultores. Pero existe otro sector que se ha desarrollado en otros ámbitos
como la política, la función pública, los medios de comunicación, las artes,
son empresarios o comerciantes o bien, trabajan por cuenta propia. Pero de este
último grupo, habrá que preguntarse si alguna vez han aplicado los
conocimientos teóricos y metodológicos que adquirieron en su formación
profesional, no sólo para sí mismos, sino que hagan una aportación o le den un
plus a su actividad beneficiando de alguna manera a la sociedad. Me parece que
son muy pocos.
¿A qué se debe esto? Por supuesto
habrá que apuntar a la eterna
crisis de las ciencias sociales, acentuada por el actual modelo capitalista
que sobrevalora aquellas disciplinas que le son útiles para incrementar el
consumo y las ganancias. Para este tipo de economía la ciencia social es totalmente
prescindible. También hay que señalar que la crisis económica hace que
disminuya la oferta de empleo afectando también a todos los profesionistas con
este perfil. Sin embargo me parece que existe un factor que podría estar
haciéndonos una mala jugada a los sociólogos: pocos saben para qué sirve la
sociología o incluso muchos se preguntarán: ¿Sirve la sociología? ¿Qué tipo de
aportaciones puede hacer a la sociedad? Aquí es donde el sociólogo debe actuar,
puede empezar a promover la importancia de su profesión y está incluso obligado
a explicar, con un lenguaje sencillo y ameno, qué podemos hacer y por qué sí
hacemos falta a la comunidad.
¿Cómo ganar esta pelea? Por
supuesto que la labor no es nada fácil, pero como escribió recientemente un colega:
los
sociólogos actuamos como llaneros solitarios. En esas condiciones será más
difícil lograr que la sociedad note la importante aportación que podemos
hacer tanto desde el sector público como
del privado. Por ello, el esfuerzo de reorganizar el ya conocido Colegio
Estatal de Sociólogos de Baja California, debe verse como una de las tantas
luchas que podemos emprender de manera colectiva para revitalizar y visibilizar
la disciplina e insertarla en la dinámica de la entidad.
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