viernes, 1 de marzo de 2019

Cobrar impuestos a Airbnb ¿Es bueno o malo?

Pocos se enteraron de que el gobierno federal cobrará impuestos sobre hospedaje a Airbnb. La Estrategia Nacional de Turismo que presentó el domingo pasado Miguel Torruco Marqués, secretario del sector, incluye la aplicación de este instrumento fiscal como una medida para “evitar, la extra oferta hotelera” que, según el servidor público, es “una parte negativa y que compite de forma desleal con la hotelería del país”. La med
ida no descubre el hilo negro: la regulación de este tipo de servicios es una tendencia mundial.

Como algunos saben, Airbnb forma parte de la llamada economía colaborativa. Este nuevo modelo de negocios se caracteriza por conectar a las personas que ofrecen un producto o servicio con el usuario que lo necesita a través de una plataforma de internet. Los dueños de estas plataformas son intermediarios de las transacciones y se quedan con una comisión sobre las ganancias de cada operación realizada.

El éxito de Airbnb probablemente sea consecuencia de las mismas fallas del sector hotelero formal. Si usted pregunta a sus amigos y conocidos, como yo lo hice, sabrá el porqué de su éxito. Entre otras cosas, los usuarios afirman estar ahorrando dinero y se sienten satisfechos con el servicio recibido. Además la plataforma ofrece espacios disponibles en distintos sitios del mundo, cuentan con varias opciones de pago y tienen una baja tasa de conflictos entre huésped y anfitriones. Otra característica que me llamó mucho la atención fue que, varios de mis informantes, afirmaban que usaban Airbnb porque los hacían sentir como en su propia casa, les gustaba la originalidad de los diseños de esos espacios, así como su lujo, ubicación y comodidad.

Dicen los capitalistas que el mercado se regula solo y pues, en este caso parece ser que sí. La economía informal colaborativa se está comiendo a la economía formal, a la distribución de bienes y servicios tal y como la conocemos. ¿Es esto es malo? No necesariamente, pero la falta de regulación sí es altamente negativa para el desarrollo regional.

Es muy sencillo de comprender. De nuestros impuestos, incluyendo el que paga el sector hotelero, se mantiene la infraestructura, equipamiento, espacios públicos naturales y construidos de los destinos turísticos. El Estado proporciona los servicios públicos necesarios para hacer una comunidad habitable y atractiva, ya sea que se use para vivir o para visitar. Nada de eso es gratuito y todo sale de nuestros bolsillos. Por eso es imprescindible que se obligue a empresas como Airbnb a ser corresponsables del desarrollo económico, urbano, ambiental y social de una región, y que no se limiten a estirar la mano para recibir ganancias.

Además de esto, las economías colaborativas, están desde hace tiempo en la mirilla de la crítica internacional. Estas empresas han sido acusadas de evadir el pago de contribuciones fiscales, además no se hacen responsables de las obligaciones laborales que puedan generar, ni han sido capaces, en muchos de los casos, de garantizar un buen producto o servicio al cliente (quizá esto sea más claro con Uber), sin contar que no tienen las autorizaciones administrativas necesarias para ofrecer legalmente el bien o servicio.

Por eso, aunque la medida del secretario de turismo es positiva, lo que me parece que está mal planteado es la intención de la regulación. Fue planteada como una medida de proteccionismo, no es otra cosa que el capital pidiéndole a gritos al Estado que lo resguarde, algo que, según los defensores a ultranza del capitalismo, no debería de pasar.

El Gobierno Federal no debería entonces favorecer únicamente a los intereses empresariales. La medida tendría que acompañarse por otras que permitan compensar el deterioro ambiental y urbano que genera el turismo, llevar el desarrollo social a esos sitios, capacitar a los que de hecho ya desarrollan actividades en ese sector y, sobre todo, proteger a quiénes están más vulnerables dentro de ese modelo económico alternativo.

Debe facilitar la permanencia de este modelo económico alternativo, sí, pero ejerciendo ciertos controles. Debe procurar que se cumplan requisitos mínimos de operación sin obstaculizar su permanencia en la tercera actividad más redituable de le economía mexicana.

Y ya que hablamos de turismo, en la misma presentación se dijo que en menos de dos semanas se pondrá la primera piedra de lo que será el Chinatown en Mexicali. No se mencionó nada sobre San Felipe, y eso es preocupante dadas las condiciones sociales y económicas de ese puerto. El impulso económico de ese sitio sí que es relevante para el desarrollo social de la región.

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