Mitin en el Centro Histórico |
El sábado pasado, un grupo de
ciudadanos tomaron las calles para expresar que están dispuestos a llevar a
cabo una serie de acciones colectivas y
con ello defender los derechos a la diversidad sexual. Sin ser su
intención, además de su propia lucha social, también lograron evidenciar otras
situaciones: por una parte se expuso la necesidad de reivindicar el espacio público como lugar de
interacción social y por otra parte exhibió parte del entramado político que se teje entre Iglesia y gobierno.
Los manifestantes primero realizaron
una caravana vehicular que inició en la av. Madero para luego reunirse en el Centro
Histórico de la ciudad. De esta forma se hicieron presentes ante los
mexicalenses y pusieron a la vista y oídos de todos nosotros que existe una
deuda con ese colectivo que no se ha terminado de saldar.
Independientemente que nuestra
ideología nos coloque solidarizándonos con esta lucha o desde la oposición que
la reprueba, este evento materializó una función básica que tiene la calle, las
plazas, las banquetas, el espacio púbico en general: la interacción social. Accionó el encuentro entre personas, esa
vocación natural del espacio urbano, que dicho sea de paso, hemos entregado casi sin reservas al vehículo motorizado.
El mitin con el que concluyó la
jornada del colectivo LGBTI se organizó en la vía pública, junto al boulevard
López Mateos. Ahí estaban pues, en una calle que rodea la glorieta donde durante
el día descansan migrantes y deportados. Representantes del colectivo hablaron
en un espacio pavimentado ubicado a escasos 100 metros de la iglesia; su
encuentro fue a centímetros (ahí estaban al lado) de la Plaza de la Catedral,
obra urbana gestionada en la administración anterior y boicoteada por el actual
presidente municipal.
Los que idearon la Plaza de la
Catedral, construida con fondos del Programa Nacional para la Prevención Social
de la Violencia y la Delincuencia (PRONAPRED), la pensaron seguramente como un
espacio de convivencia, de interacción social, que daba una importancia inusitada
al transeúnte y que deseaba que este se convirtiera eventualmente en consumidor
procurando, con esta acción, detener el deterioro de la zona e impulsar su
desarrollo económico.
Los que imaginaron este proyecto
urbano seguramente no pensaron que se vería tan vacía como ahora está; no
pensaron que se abriría el flujo vehicular de lunes a viernes; no sabían que se
convertiría en el estacionamiento privado de bodas y eventos religiosos; no previeron
que la llave del candado que bloquea su acceso estaría administrada por
personal de catedral; no sabían que estaría tan abandonada, que sería el lugar
donde casi nada pasa, el lugar que los colectivos prefieren ignorar y que
cambian fácilmente por este otro espacio público que escapa del control de la
Iglesia: la calle.
¿O si lo sabían?
Parte de las pancartas del desfile |
Vecinos saludan al colectivo LGBTI |
"Los truccos", primer pareja gay que contrajo matrimonio en Mexicali. |
Club de motociclistas apoyaron el desfile. |
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