viernes, 3 de marzo de 2017

Constellation Brands: los amigos del gobierno

Fotografía: cortesía Radarbc

Hay una frase que dice: “justicia para mis amigos, todo el rigor de la ley para mis enemigos”. Con ello se hace referencia a esa mala costumbre que tienen muchos servidores públicos y gobernantes de no aplicar la ley, o de usarla mañosamente para beneficiar a quienes pertenecen a su cercano círculo social o político. Por lo contrario, pretenden ser pulcros a la hora de imponer la norma con aquellos que no tienen el favor de su simpatía, argumentando una supuesta fidelidad a la legislación.

Esta frase aplica perfectamente para Constellation Brands y los cucapás. Al parecer estos últimos no son muy apreciados por el gobierno. A esta etnia local recientemente se les retuvo 100 toneladas de curvina por no presentar el documento denominado Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA), requisito que exige la Ley General de Equilibrio Ecológico y la Protección del Ambiente (LGEEPA) y que es necesario para que se autorice el desarrollo de actividades pesqueras que pudieran impactar al ecosistema y sus especies. A ellos, a los cucapás, todo el rigor de la ley.

La planta cervecera y el acueducto tampoco cuentan con dicho documento. Según consta en el sitio de internet de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), fue apenas el 22 de febrero cuando la empresa constructora presentó ante la autoridad el respectivo MIA, pese a que las obras de construcción están ya muy adelantadas. Aunque este hecho es conocido por todos, ni la autoridad municipal ni la federal habían promovido o declarado la cancelación de las obras. Justicia y bondad para ellos.

Gracias a la presión que ejerció el movimiento social Mexicali Resiste a través del Congreso del Estado, fue que el cabildo acordó decretar la suspensión temporal de la construcción. Se tuvo que exhibir una por una las irregularidades, tal y como se han ido encontrando. Fue necesario también presionar a punta de mítines, marchas y campamentos para que el “buen” Gustavo Sánchez aceptara lo que muchos le han dicho: la cervecera huele a corrupción.


No se ha ganado del todo. Se tiene la esperanza que esta obra, tan dañina como lo es para Baja California, sea suspendida definitivamente. Pero no hay que ser conformistas, hay que luchar hasta que los amigos de los empresarios, es decir, la clase gobernante corrupta, sea sancionada y que uno a uno de los involucrados sean separados de sus actuales cargos, incluyendo por supuesto, al presidente municipal.

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