domingo, 17 de enero de 2016

¿Cómo ganar una pelea?



Si la sociología es un deporte de combate, como dijo alguna vez Pierre Bourdieu, quizá entonces estamos a punto de perder la pelea. Es verdad que no somos muchos, pero somos suficientes los que estamos preparados para subirnos al cuadrilátero a enfrentar golpe a golpe, round tras round, todos aquellos velos que cubren y hacen incomprensible la realidad social. Sin embargo son pocos los que se suben al ring, muchos han renunciado a mitad de la pelea, otros nunca pudieron o nunca supieron participar en un combate.

Algunos dirán, y estoy de acuerdo con ello, que estudiar una licenciatura no sólo sirve para obtener un empleo o ganarse la vida, es también un camino para el desarrollo individual. Pero tampoco se puede negar que toda profesión tiene una función social y el ideal es que se ponga en práctica y contribuir con ello, aunque sea un poco, al desarrollo de la humanidad. Por esa razón, es un desperdicio que, habiendo sido entrenados para dar jabs, ganchos, bloqueos, tiremos tan fácilmente la toalla y lo hagamos justo en un momento en que la realidad se ha vuelto tan complicada y tan problemática que es necesario darle una explicación.

Hace 51 años que la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) ofreció por primera vez en la región la carrera de Sociología. La decisión la tomó el entonces rector Santos Silva Cota motivado no tanto porque a la entidad le urgiera contar con este perfil de profesionistas sino que, por normatividad, no se podía abrir la licenciatura en derecho. Así, fortuitamente, en el año de 1964 la Facultad de Ciencias Sociales y Políticas impartió esta licenciatura trasladándose luego, a principios de los noventa a la Facultad de Ciencias Humanas, ambas con ubicación en la capital del estado. En el municipio de Ensenada se ofrece en la Facultad de Ciencias Administrativas y Sociales a partir de 1998 y en Tijuana en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales desde el 2005.

En total, de la UABC han egresado 635 sociólogos de éstos, al menos 385 cuentan con  título y con sus respectivas cédulas para el ejercicio de la profesión. Por supuesto hay que restar a este número a aquellos colegas que ya no están presentes en el mundo terrenal y a los que residen en otra entidad federativa. Pero también hay que sumar a los que han llegado de alguna de las 14 universidades del país en que se imparte esta profesión y los pocos que vienen de alguna universidad extranjera.

Estos sociólogos están realizando labores de investigación, docencia y de administración dentro de la UABC o fuera de ella, en otras instituciones educativas y de investigación científica, son analistas en el sector público o trabajan de manera independiente, como consultores. Pero existe otro sector que se ha desarrollado en otros ámbitos como la política, la función pública, los medios de comunicación, las artes, son empresarios o comerciantes o bien, trabajan por cuenta propia. Pero de este último grupo, habrá que preguntarse si alguna vez han aplicado los conocimientos teóricos y metodológicos que adquirieron en su formación profesional, no sólo para sí mismos, sino que hagan una aportación o le den un plus a su actividad beneficiando de alguna manera a la sociedad. Me parece que son muy pocos.

¿A qué se debe esto? Por supuesto habrá que apuntar a la eterna crisis de las ciencias sociales, acentuada por el actual modelo capitalista que sobrevalora aquellas disciplinas que le son útiles para incrementar el consumo y las ganancias. Para este tipo de economía la ciencia social es totalmente prescindible. También hay que señalar que la crisis económica hace que disminuya la oferta de empleo afectando también a todos los profesionistas con este perfil. Sin embargo me parece que existe un factor que podría estar haciéndonos una mala jugada a los sociólogos: pocos saben para qué sirve la sociología o incluso muchos se preguntarán: ¿Sirve la sociología? ¿Qué tipo de aportaciones puede hacer a la sociedad? Aquí es donde el sociólogo debe actuar, puede empezar a promover la importancia de su profesión y está incluso obligado a explicar, con un lenguaje sencillo y ameno, qué podemos hacer y por qué sí hacemos falta a la comunidad.

¿Cómo ganar esta pelea? Por supuesto que la labor no es nada fácil, pero como escribió recientemente un colega: los sociólogos actuamos como llaneros solitarios. En esas condiciones será más difícil lograr que la sociedad note la importante aportación que podemos hacer  tanto desde el sector público como del privado. Por ello, el esfuerzo de reorganizar el ya conocido Colegio Estatal de Sociólogos de Baja California, debe verse como una de las tantas luchas que podemos emprender de manera colectiva para revitalizar y visibilizar la disciplina e insertarla en la dinámica de la entidad.

viernes, 8 de enero de 2016

Manuel Sánchez y su paso por Mexicali

Este es el testimonio de Manuel Sánchez,  personaje real del libro Los hijos de Sánchez de Oscar Lewis, antropólogo quien fue objeto del escándalo y la censura del gobierno mexicano por la publicación de este libro,  y otros más,  en donde hizo que los propios protagonistas relataran la crueldad de la pobreza en la que se encontraban muchos mexicanos a mediados del siglo XX.


En este fragmento que reproduzco es posible conocer el papel del Centro Histórico de Mexicali en la autogestión que hacían los migrantes para obtener los documentos que le solicitaban las autoridades estadounidenses.También se narra las condiciones en las que estos llegaban que,  conjugadas con las altas temperaturas de la ciudad,  terminaban por deteriorar la salud o incluso darle muerte a uno que otro.

También incluyo una parte donde Luis Hernández, el verdadero nombre de Manuel Sánchez, cuenta sobre la ayuda que recibían de las iglesias evangelistas en Mexicali y de algunas familias que encontró en su travesía.

Del capítulo donde se narra el evento de migración, también se puede deducir que Mexicali y su Centro Histórico pasaban por tiempos de bonanza, pues los flujos migratorios provocaban que los hoteles de la zona agotaran su capacidad de hospedaje.

Por otra parte, para los migrantes más pobres, el espacio público fue, como es actualmente para muchos, el lugar donde podían construir con materiales de desecho, una guarida, una choza para pasar las noches mientras conseguían los recursos que le hacían falta para cruzar al país del norte.

http://visionpublica.blogspot.com